bajar de peso

El difícil “compromiso” de bajar de peso

Sabrina González

abril 7, 2022

Cuando mi nutrióloga me pidió que escribiera una carta compromiso a mi cuerpo, la primera pregunta que me vino a la cabeza fue: ¿qué es comprometerse con el cuerpo? Comer sanamente, hacer ejercicio, no comer azúcar, no comer entre comidas, ¿eso sería, realmente, comprometerse?

Desde niña he sufrido de sobrepeso y, como la mayoría de las personas que lo padecemos, me he sometido a infinidad de dietas, pastillas, ejercicios, masajes, citas con nutriólogos(as), terapias, todo lo que de alguna manera podría llevarme a conseguir mi peso “ideal”. En todo este camino, por momentos, he conseguido llegar a mi peso “ideal”, pero con el tiempo vuelvo a subir, y siempre reaparece una voz interna juzgando que otra vez lo hice mal; ¿por qué te descuidaste?, volviste a comer azúcar, no hiciste suficiente ejercicio o ¿por qué dejaste el ejercicio?, no comiste de manera saludable, etc.; entonces, la culpa me vuelve a invadir. Puede que me dé un atracón de azúcar hasta que me duela la panza y, después de un tiempo, llega otra vez el día en que me levanto y me digo: “no puedo estar así de gorda”, así que vuelvo a hacer una dieta y/o ejercicio y/o la cita con el nutriólog@. Esto se vuelve un círculo vicioso, y supongo que no soy a la única a la que le pasa.

Cada vez que regreso a la dieta de moda o al nutriólogo@ o a ver videos de youtube para hacer ejercicio, escucho por ahí que se tienen que cambiar hábitos, que me tengo que COMPROMETER con mi cuerpo; lo que me lleva de nuevo a la pregunta con la que inicié este texto: ¿qué es comprometerse con el cuerpo? 

Hablar sobre el compromiso con mi cuerpo es un tema muy difícil. Muchas veces me lo imagino como el esfuerzo de sentarme a escribir una carta y enumerar las cosas que ya sé que tengo que hacer para bajar de peso -no comer azúcar, moderar el consumo de carbohidratos, hacer ejercicio, tratarme bien, etc.-, pero también pienso que este compromiso es más complejo que el cambio de hábitos tiene que ver con la aceptación del propio cuerpo, con habitarlo en paz, así sea gordo, flaco, amarillo, rojo, negro, café, etc. Sé que pareciera que es algo fácil, pero implica calmar esa lucha diaria con la voz interna (y a veces externas también) que dice que ser gorda no está bien. Esto no quiere decir que deberíamos dejar de cuidar nuestra salud y minimizar las implicaciones del sobrepeso, sino que también debemos detenernos a pensar cómo nos afecta el estar en una guerra constante con lo que somos, el vernos al espejo siempre con rechazo y temer el rechazo de los demás.

El sobrepeso atraviesa por lo social y lo psicológico, y el proceso de la baja de peso no solamente tiene que ver con las “ganas” que uno tiene, la disciplina, el cambio de hábitos; “si yo pude, tú puedes” suelen decirnos para motivarnos. También se relaciona con aprender a lidiar con el rechazo propio y con la discriminación. La apariencia suele tener mucho valor y los estereotipos estéticos femeninos siguen siendo predominantemente delgados, a pesar de las campañas de valoración positiva. Las personas gordas somos vistas como perezosas, carentes de disciplina y no somos agradables a la vista, desentonamos con lo esperado. Es muy difícil y doloroso aceptar tu cuerpo y, entonces, ¿cómo se supone que cuidemos y procuremos a un cuerpo que no aceptamos y que provoca rechazo a los demás? Además, hay otros factores que se cruzan, no todas las personas tienen acceso a tiendas saludables, no todas tenemos la economía para solventar los gastos que implica bajar de peso, ni el tiempo para cocinar, para hacer ejercicio, en fin, no todas tenemos las mismas condiciones, y eso también afecta a nuestro tratamiento para bajar de peso. 

Con este texto no pretendo dar una solución, únicamente visibilizar los muchos factores que atraviesan nuestro proceso de baja de peso, y que el compromiso que tenemos con nuestro cuerpo tiene que ser pensado desde la compasión, que no es otra cosa que ser amables con nosotras mismas, sobre todo cuando sentimos que hemos fallado o que lo estamos haciendo mal. Intentar ser comprensivas y afectivas con nosotras, para que, si fallamos, tengamos la capacidad de sobrellevar de mejor manera el malestar que eso nos produce, asumir nuestra responsabilidad y continuar, con el fin de intentar habitar, calmadamente, nuestro cuerpo perfectamente imperfecto. 


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