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El poder del lenguaje

Después de leer los artículos del primer número de Fika Magazine, no dudé en escribirle a Fer para felicitarle. Lo hice no solo por el objetivo de la revista, sino por el lenguaje claro, directo y natural que utilizan en los artículos. Y es que cuando hay algo que queremos expresar, la mejor manera es hacerlo sin tanto adorno ni rodeos. Ahí está el secreto y ahí mismo está lo complicado, ¿no opinas lo mismo? Me explico.

Muchas de nosotras le damos mil vueltas a lo que queremos o necesitamos decir por temor a lo que el otro vaya a opinar, sentir o cómo vaya a reaccionar. La consecuencia en muchos de los casos es que nos callamos, que no expresamos o que acabamos diciendo solo una parte de lo que queríamos decir: “no le vaya a parecer mal, …ya sé que no le gusta hablar de esto… para qué quiero otra discusión…mejor me callo…” ¿Te suena?

Algunas fuimos educadas en la idea de que nuestro papel como esposa, madre, amiga, compañera es hacer sentir al otro bien, a gusto; que nuestro principal objetivo es procurar su felicidad y bienestar. ¿Cómo te sientes con este rol?, ¿te identificas con esta idea? En el proceso de coaching, invito a mis coachee a analizar este tipo de creencias. Hacemos el ejercicio de discernir sobre aquellas enseñanzas o ideas que aprendió en algún momento y descubrimos si es una creencia que la limita, que no la ayuda a crecer y además en la que no cree (deciden irla abandonando). O si por el contrario le ayuda a crecer y se identifica con ella (en ese caso deciden conservarla). No digo que éste sea un trabajito sencillo, ni rápido, pero lo que sí es seguro, es que vale la pena. 

Sin duda es invaluable el poder del lenguaje, pero no solo el que uso para hablar con otros, si no más importante, el que uso para hablar conmigo. ¿Qué me digo?, ¿cómo me lo digo?, ¿cuántas veces me lo digo? Es un buen momento para tomar papel y lápiz y responder estas preguntas.

Son muchas las ocasiones en las que somos nosotras mismas las que frenamos nuestro desarrollo y crecimiento, tanto personal como profesional. Para mí fue un gran descubrimiento darme cuenta de que no soy solo lo que pienso, sino lo que digo y lo que me digo. 

Hablemos entonces, digamos eso que necesitamos decir. 

Hay algunas recomendaciones que ayudan a tener por fin esa conversación de la que huimos constantemente de una manera fructífera y positiva: 

  1. 1
    Tener claridad en lo que quieres decir y cuál es el objetivo de la conversación. ¿Para qué necesitas tener esta conversación?
  2. 2
    Elegir no solo el lugar, sino también el momento.  Para que la conversación se desarrolle de la mejor manera, no sólo debe ser un buen momento para ti, también lo debe ser para la otra persona. Créeme, en gran medida el resultado depende de ello.
  3. 3
    Entender que la otra persona posiblemente tenga un punto de vista diferente, tan lícito y valioso como el tuyo. Date cuenta de que lo que dices no es la verdad absoluta, a menos que hables de un hecho constatado. Tan solo es una opinión o juicio sobre algo. ¿Cómo reaccionas cuando el otro tiene un punto de vista diferente?
  4. 4
    Si no hay escucha, no hay conversación. Esta premisa es importantísima. Date cuenta si al momento que la otra persona habla estás pensando en tu idea o en lo que vas a decir, en lugar de estar escuchándolo. Céntrate en lo que te dice y abandona tus pensamientos. ¿En qué conversaciones te sucede esto más a menudo?
  5. 5
    Es importante estar abierta a la negociación. Si tu conversación es para llegar a alguna decisión que se debe tomar en conjunto, es conveniente saber a qué puedes renunciar o qué puedes replantear y qué es inamovible por ir contra tus principios y valores. ¿Qué principio básico marca tu vida?
  6. 6
    Expresar las emociones y sentimientos le da un matiz diferente a la conversación. La hace más cercana, más sensible, más humana. Claro que dependiendo de con quien sea la conversación habrá una mayor o menor apertura y confianza para hablar de ellos. Pero siempre, decir cómo nos sentimos es un punto de inflexión para que haya una mayor empatía en el diálogo.
  7. 7
    Expresa con claridad cuáles son tus límites. Es decir, aquello que no te gusta, que no puedes ni debes permitir. Para mantener relaciones sanas, los límites claros son pieza imprescindible. 

Exprésate con respeto y libertad, di qué sientes, piensas y necesitas. Tienes la responsabilidad de cuidar de ti, de tu esencia y de tu vida. No somos solo lo que pensamos, somos lo que decimos a los otros y a nosotras mismas. Recuerda, es ese diálogo interno, la variante más importante en el logro de nuestros objetivos.  

Pili Bacas Ojeda

Soy Pili, una mujer profundamente agradecida con la vida. Muchos me dicen que soy directa y clara cuando doy mis opiniones y puntos de vista. Soy fiel defensora de la dignidad del ser, con independencia de su género, ideología, raza o religión. Me apasiona compartir lo que he ido aprendiendo de la mano de grandes maestras en el conocimiento propio. Mi gran logro, lo que me hace sentir plena, mi papel como mamá.

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