Casi todos conocemos cuál es nuestro signo astrológico solar, pero no todos conocemos nuestro signo lunar debido a que, para hacer más accesible al dominio público la astrología, se eligió, desde hace siglos, al signo solar como base, ya que mientras el Sol permanece en un mismo signo durante 30 días, la Luna lo hace sólo dos días y medio en cada signo.
Es así que es más fácil conocer en qué signo estaba el Sol cuando nacimos que el signo de la Luna, ya que para conocer este último es necesario elaborar nuestra carta astral o consultar las efemérides astronómicas (guía que marca las posiciones de los planetas en un momento dado).
Es conveniente recordar que vivimos inmersos en un complejo campo energético, no sólo contamos con la energía de nuestro Sol, que es sin duda muy importante, sino que también nos acompañan los demás planetas, la Luna, planetoides, asteroides, cometas, etcétera, cada uno con sus características propias y su radiación energética particular.
Sin embargo, al observar desde nuestro planeta al universo, los cuerpos celestes de mayor tamaño son el Sol y la Luna, es decir, son nuestras “luminarias” y por esto son de lo más importante al momento de interpretar una carta astral. Desde la Tierra ambas luminarias las vemos del mismo tamaño aunque en realidad el Sol es 400 veces más grande que la Luna, pero está ubicado 400 veces más lejos.
El Sol
Es el arquetipo de la voluntad, la aventura, el poder y el deseo. Nos da vitalidad, movimiento, actividad y nos aporta energía para realizar nuestros propósitos. Nos motiva a independizarnos del núcleo familiar para crear nuestra individualidad. Es un principio activo y dinámico que se irá desplegando durante toda la vida.
El Sol describe la dirección hacia dónde dirigir nuestra vida, es el faro de luz que nos motiva al despertar cada mañana, nos llena de energía y nos indica la dirección en la cual nuestro héroe interior encontrará los desafíos que le ayudarán a desarrollar su individualidad.
Los objetivos solares son interiores, se refieren a la auto-realización y a encontrarle un significado especial a nuestra vida, a irnos convirtiendo en nuestro propio “ideal” para, de esta manera, contribuir a la sociedad.
Nunca terminamos de desarrollar la energía de nuestro Sol porque es un aspecto de nosotros que está siempre en proceso de transformación y enriquecimiento, moviéndose hacia alguna visión, deseo u objetivo, hacia algo desconocido que nos atrae al profundo misterio en el centro de nosotras mismas.
La Luna
Representa nuestro mundo emocional, lo instintivo, los estados de ánimo, nuestros hábitos, lo que nos da seguridad, consuelo, protección y sentido de pertenencia. Nos muestra como nos cuidamos y cuidamos a los demás, como nos nutrimos física y emocionalmente, la manera como respondemos instintivamente a los acontecimientos exteriores; a través de nuestro signo lunar podemos conocer a nuestra niña interior y, también, cómo percibimos a nuestra mamá y la manera en que somos mamás.
La Luna procura siempre nuestra supervivencia y nutrición emocional. Es a través de nuestra Luna que sentimos inseguridad y angustia por lo que nos muestra, también, la manera como nos refugiamos cuando nos sentimos inseguros. Nos enseña los mecanismos de defensa psicológicos que desarrollamos para protegernos del dolor y que nos acompañarán, de manera inconsciente y a veces neurótica, a lo largo de toda nuestra vida a menos que llevemos a cabo un trabajo de auto-conocimiento. De lo contrario, muy probablemente continuaremos respondiendo a los retos de la vida utilizando siempre la misma vieja y conocida fórmula que nos da seguridad, funcione ésta o no, tropezando con la mismo piedra e impidiendo que abramos nuevas vías para nuestra realización, o sea, para seguir el camino que nos indica nuestro Sol.
Con la Luna nacemos y a nuestro Sol lo iremos desarrollando durante el transcurso de la vida. Los bebés son predominantemente emoción. Aún están en desarrollo su mente y su cuerpo, lo que expresan lo hacen a través de su Luna, sonriendo o llorando. Por eso sería de gran ayuda para los papás conocer el signo lunar de sus hijos ya que nos da una guía para poder nutrirlos emocionalmente con el alimento que a cada uno le cae mejor.
La energía lunar no evoluciona hacia un objetivo en el mundo, como lo hace la energía solar, ya que se encamina hacia la seguridad, la comodidad y la supervivencia. La luna es más bien regresiva, nos tironea hacia el pasado, hacia lo conocido, a menos que la hayamos integrado conscientemente, mientras que la energía solar nos motiva a salir de nuestra zona de confort para atrevernos a conquistar nuestra individualidad y manifestarla en el mundo.
Si una persona no ha terminado de aceptar, comprender e integrar su signo lunar es difícil que se identifique con su signo solar. No podemos lograr la individualidad que nos pide nuestro Sol, si nos mantenemos dentro del refugio lunar. Muchas veces es por esta razón que no nos identificamos con las características que leemos acerca de nuestro signo solar ya que estamos viendo sólo una parte de nuestro mandala ignorando la totalidad de nuestro sistema.
Un breve resumen de algunas de las necesidades lunares:
Lunas de fuego (Aries, Leo, Sagitario)
Necesitan autoafirmación, independencia, actividad física, pasión, competencia, retos, aventuras, sentirse que son admirados y, también, que forman parte de algo trascendente e importante. Actúan más que sentir.
Lunas de Aire (Géminis, Libra, Acuario)
Necesitan comunicación, información, estímulo mental, estar en movimiento, gustan de espacios abiertos y de los paseos y viajes, buscan armonía y belleza a su alrededor, la justicia y el equilibrio les son relevantes, valoran la amistad, les gusta lo novedoso. Piensan más que sentir.
Lunas de Tierra (Tauro, Virgo, Capricornio).
Les importan las necesidades corporales y su seguridad en el plano físico, disfrutan de la estabilidad, hábitos y rutinas, les gusta sentirse útiles, aprovechar bien los recursos y desarrollar buena autoestima. Necesitan del contacto físico y valoran los regalos.
Lunas de Agua (Cáncer, Escorpio, Piscis).
Necesita del intercambio de sentimientos, de la seguridad que brinda pertenecer a una familia, disfrutan sentirse protegidos y seguros por los demás, que tengan empatía con su sentir y se lo validen, les da seguridad que en las relaciones que haya cierta fusión emocional, que sean en verdad, de corazón a corazón.
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