El domingo al estar orientando a un familiar para tramitar el egreso de su paciente, me preguntó: ¿oiga y usted que días viene?, ¿por qué no la he visto?, y le respondí: los fines de semana y días festivos, a lo que me respondió “qué suerte, qué afortunada, qué hizo para tener ese horario de trabajo” y le contesté 30 años de servicio.
Me quedé pensando en esa respuesta “qué suerte, qué afortunada y qué hice”.
Soy Trabajadora Social y trabajo en un hospital público, formo parte del equipo multidisciplinario de salud y mi trabajo es invisible, es una profesión como la medicina y la enfermería, sin embargo, el reconocimiento es para ellos.
Trabajo una jornada laboral de 12 horas, soy el primer contacto con el paciente y/o con sus familiares, recibo al paciente baleado, acuchillado, atropellado, golpeado, mujeres violentadas por sus parejas sentimentales y demás. Al llegar el paciente al hospital, lo atiende un médico urgenciólogo y yo, la Trabajadora Social, le pregunto nombre, teléfono, dirección, reviso su ropa ensangrentada, orinada, para verificar si trae un teléfono celular, una identificación oficial, un “papelito con algún nombre y/o teléfono de contacto. Realizo una media filiación del paciente, registro rasgos faciales, cicatrices, golpes, tatuajes para reportarlo vía telefónica a LOCATEL y FIPEDE (Fiscalía para Personas Desaparecidas); en caso de contar con credencial de identificación, solicito vía telefónica apoyo a Seguridad Pública para que acudan al domicilio referido en credencial a localizar familiares o conocidos.
Soy la que llamó vía telefónica a padres, hijos, conocidos, solicitando su presencia a la brevedad posible, para notificar que su hijo falleció en un accidente automovilístico, en un derrape de moto, al recibir impactos de bala; para notificar al hijo que su padre/madre llegó en ambulancia y presentó un infarto, en evento cerebral vascular, etc… y falleció. Soy la que lleva a una madre o un padre al área de Patología a identificar a su hijo/a muerto y escucho el llanto desgarrador y los reclamos a Dios.
Soy la que escucho, contengo y oriento a la madre o la hija de una mujer violentada, golpeada, agredida por su pareja sentimental; sensibilizo y oriento para que denuncie y atienda la integridad física y mental de hijos menores de edad y/o adolescentes.
Soy la que busca en la sala de espera de urgencias a familiares de un adulto mayor, lo tranquilizo porque está ansioso y con miedo de estar en el hospital y pregunto al familiar por qué el adulto mayor muestra abandono en su higiene personal y alimentación, por qué presenta cicatrices o moretones.
Soy a quien el médico solicita la presencia de un familiar para informar el estado de salud y la gravedad del paciente o a quien la enfermera pide localizar a un familiar porque no quiere bañarse o comer, o está muy inquieto y agresivo por presentar síndrome de abstinencia, la que coordina un traslado para el paciente que requiere algún estudio porque el hospital no cuenta con el equipo necesario o está descompuesto y gestiono una valoración porque el especialista no asistió ese fin de semana.
Soy quien recibe reclamos, gritos, amenazas de familiares porque no han visto a sus pacientes o no les han dado reporte de salud de su paciente, y algunas veces BENDICIONES, porque escuché e hice “algo por su paciente”.
Soy madre, abuela, y mientras mi familia disfruta y celebra un cumpleaños, un aniversario, unas vacaciones o simplemente una reunión familiar, yo “por suerte trabajo únicamente los fines de semana y días festivos”; sin embargo, al termino de mi jornada laboral agradezco a Dios por tener la oportunidad de servir a mi prójimo y por las bendiciones recibidas, la única forma de mantener paz mental en trabajo como éste.
Las Trabajadoras Sociales necesitamos vocación y pasión, nos sentimos orgullosas y empoderadas por nuestra profesión y el trabajo que realizamos todos los días en lo que para muchos pacientes y familias es el peor día de su vida.
Hoy hago un llamado para que nuestra profesión deje de ser un trabajo invisible y sea reconocida como cualquier otra profesión; nuestras funciones nos permiten desarrollarnos en diversas áreas laborales como en salud, salud mental, administración, educación, el área jurídica y empresarial. Interactuamos en caso, grupo y comunidad, así como en el campo de la investigación, con un importante impacto social.