Hay amistades que no resisten la prueba del tiempo y en forma espontánea, o lenta y dolorosa, mueren. ¿Te ha pasado?
Cuando esto sucede nos enfrentamos no solo al dolor de despedirnos de una persona que era muy especial, sino también de una parte de nosotros que atesorábamos, por lo que es como morir un poco; pero nada es permanente, esta noble enseñanza del budismo aplica a absolutamente todos los aspectos de la vida, por lo que es mejor estar preparados para dejar de estar en lugares y con personas con las que ya no nos sentimos bien.
Lo cierto es que hay muchas razones por lo que las amistades se transforman y mueren. Aquí te enlisto algunas de ellas:
Para mí, dejar marchar hace unos años a dos amigas muy queridas fue un acto de amor propio y de mucho aprendizaje, donde pude entender que las amistades y las relaciones, en general, se viven por etapas y se transforman. Únicamente sobreviven aquellas amistades que, a pesar de las altas y las bajas, logran aceptarse sin esperar perfección y comunicarse asertivamente, tal como sucede con nuestras parejas.
Pero también aprendí que necesitaba seguir trabajando en establecer límites sanos con mis personas queridas porque, en efecto, yo permití que estos se traspasaran hasta el punto del no retorno. Qué fuerte ¿verdad?
Lo cierto es que nuestra cultura latina nos enseña a anteponer las necesidades de los demás sobre las nuestras porque, de lo contrario, seríamos tachados de egoístas o, simplemente, rechazados o indignos de recibir amor. Pero, sin duda, el mayor acto de amor hacia nosotros mismos y los otros es establecer límites sanos que delimiten la línea del auto-respeto, del auto-cuidado y de la individualidad.
El dolor que acompaña la pérdida de una amistad especial nos puede actualizar o estancar y somos 100% responsables del camino a elegir. Por más lindos que sean los momentos que se han compartido y los recuerdos ¡es imposible vivir solo de ellos! La amistad, como cualquier otra relación, también tiene sus altas y sus bajas porque así es la vida.
No sé si te ha pasado, pero yo he notado que muchas veces extendemos el tiempo de vida de una amistad que ya no aporta nada, con la que ya es imposible compartir diferentes aspectos de nuestras vidas, una amistad a la que se le dificulta ser solidaria en momentos críticos, que rompió el voto de confianza que existía o dejó de ser nutritiva. Cuando esto suceda, no importa qué te digan los demás, tienes derecho a cuidarte y alejarte.
Por un 2022 lleno de límites sanos que impulsen el auto-cuidado, incluso frente a las personas que en algún momento de nuestras vidas fueron muy cercanas a nosotras.