La pandemia como oportunidad de replantear el aprendizaje obtenido

Todos hemos podido vivir en carne propia o a través de amigos o familiares la consecuencia psicológica que ha traído la pandemia, millones de personas han presentado síntomas asociados a diferentes patologías o enfermedades, pero son los niños el grupo vulnerable que ha generado mayor preocupación. Debido a las clases en línea, sobre todo en las modalidades televisivas, fue imposible establecer una conexión o vínculo emocional con los maestros, el rendimiento académico alcanzado fue muy bajo, al mismo tiempo que se perdió uno de los objetivos más importantes de las escuelas: la socialización entre compañeros.

Las personas que trabajamos con niños, sabemos que los niños aprenden mejor cuando se relacionan con sus pares, incluso lo decía Vygotsky desde 1934 en su libro Pensamiento y Lenguaje. Mientras socializa, un niño no solo aprende a hacer amigos, si no el maravilloso arte de comprender que los demás tienen pensamientos y sentimientos propios, lo que les permite aprender a solucionar conflictos a pesar de sus diferencias. Lo cierto es que la pandemia despojó a los niños del aprendizaje que brinda la socialización, pero trajo consigo enseñanzas de cuidado al prójimo imposibles de imaginar en marzo de 2020, cuando todo comenzó en México. 

Para Elke Hellemann, psicóloga y docente, “la pandemia les quitó a los niños la oportunidad de socializar y muchos hijos únicos perdieron o no aprendieron la habilidad de relacionarse con otros niños, sin embargo, muchos otros se reencontraron con sus papás, sobretodo aquellos que pudieron trabajar desde casa. Esta oportunidad de estar con mamá y/o papá 24/7 ayudó a fortalecer los lazos afectivos y a estar más atentos al proceso de enseñanza-aprendizaje de sus hijos, particularmente de los padres que antes de la pandemia cumplían horarios de oficina de 8 am a 7 pm”. Es por ello que para Hellemann, en lugar de ser una gran pérdida, fue una oportunidad de estar en familia, algo que el ajetreo laboral y de tantas actividades no permitía hacer.

Familias enteras que estuvieron juntas en casa durante el confinamiento, mencionaron, haberse sentido frustradas tratando de “malabarear” las clases en línea, el trabajo y las actividades domésticas. Poco a poco, esas familias fueron organizándose diversificando tareas entre todos los miembros. Los hijos, incluso los más pequeños, comenzaron a ayudar en tareas del hogar que parecerían no ser aptas para sus cortas edades. Todos compartieron el cuidado de la casa, tal como se hacía antaño y se había ido perdieron con el paso de los años. Cada miembro de la familia fue aportando cosas y cuando nadie se lo esperó, hasta el miembro más joven recogía, tendía la cama y hasta lavaba los trastes. 

Yuritzi Castillo, madre de dos niños, dice que jamás imaginó que fuera posible organizarse tan bien: Dentro de todo el caos mis hijos aprendieron habilidades para su vida. Mi hijo de 9 aprendió a prepararse huevos estrellados, licuado, a calentar tortillas y hasta a usar la lavadora. Ahora aprovechamos esa ventana de oportunidad para seguir organizados, una semana mi hija de 7 pone la mesa y ayuda con la comida y la siguiente mi hijo. Además de que, al estar encerrados, aprendieron a ser creativos con lo que sea, incluso con cosas comunes y corrientes que siempre hay en la casa y que no habían tenido ni tiempo de encontrar por que siempre estábamos corriendo. 

Si bien los niños han construido habilidades de cuidado, salud, tecnología y autonomía, el rezago académico es real y los estudiantes lo están enfrentado. Tanto las familias, como las escuelas y la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconocen que a nivel nacional no se lograron los objetivos académicos debido a la pandemia. En este mismo sentido, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) afirmó que si bien antes de la pandemia los mexicanos alcanzaban en promedio aprendizajes correspondientes a 3° de secundaria, hoy su conocimiento llegará tan solo al 1° de secundaria” (IMCO Staff, 2021). 

Como psicóloga y psicopedagoga, puedo hacer una reflexión acerca de las preocupaciones que tienen los padres…aún cuando el rezago sea cierto, las escuelas, y sobretodo los docentes, están conscientes de esto y, por tanto, usarán las herramientas pedagógicas necesarias para hacer adecuaciones al currículo y poner a los estudiantes al día. Recordemos que, por primera vez a nivel mundial, la educación se enfrenta a una pandemia con la tecnología como su gran aliada. Por supuesto que habrá muchos estudiantes que requerirán de apoyo extra, tanto en el aspecto académico como emocional, pero los conocimientos se irán adquiriendo poco a poco conforme vayamos alcanzando la tan anhelada normalidad. 

Lo cierto es que, la madurez emocional que han alcanzado los niños les permitirá retomar sus conocimientos académicos de una manera diferente, seguramente con mayor criterio y flexibilidad ante los cambios en las maneras de enseñar y, sobretodo, en las de aprender. La pandemia trajo consigo miedo, preocupación y en muchos casos pérdidas irreparables, pero también ha aportado una gran oportunidad de replantearnos la vida misma, y lo que anhelamos para las generaciones del futuro. Aprovechemos esta oportunidad para continuar hablando de la importancia de la salud, pero sobretodo del gran valor que tiene un abrazo, sentarse a la mesa con nuestros seres queridos, la oportunidad de ir a una escuela, convivir con otros y compartir momentos. 

Tatiana Laventman

Psicóloga, psicopedagoga, estudiando mi segunda maestría, así que soy una apasionada de aprender más y más acerca de la infancia temprana. Me encanta decir que tengo un Doctorado Honoris Causa en maternidad…con tres hijos, uno de 9 y gemelas de 7, me merezco ese título.

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