En los últimos tiempos el aspecto físico ideal se ha vuelto inalcanzable, la publicidad y la sociedad misma han marcado estándares de belleza que la mayoría no puede conseguir, lo que ocasiona frustración y dolor a muchas personas, en especial a las mujeres.
La baja de peso se ha tornado en encajar, en buscar un cuerpo idílico que ha ocasionado que muchas mujeres y sobretodo, adolescentes, tengan desórdenes alimenticios; las dietas se han vuelto una moda y no una forma de honrar y conservar nuestro cuerpo.
La nutrición debería abarcar no solo la alimentación sino los aspectos emocionales, costumbres, creencias, que nos permitan ayudarnos a reconectar con nuestro cuerpo y no sentirlo como un extraño que nos juega una mala pasada.
Debemos de trabajar en aceptar nuestra constitución corporal y entender que hay aspectos de él que no podremos cambiar y que lo que sí podamos cambiar, lo haremos con base en amor a nuestro propio cuerpo, sin comparaciones y buscando ser mejores solo frente a nosotras mismas.
En mi consulta me gusta usar esta comparación: un perro Chihuahua jamás podrá tener el cuerpo de un San Bernardo, ambos son perfectos en una forma, pero hagan lo que hagan no podrán parecerse.
Es fundamental comprender que muchas veces fallaremos en la alimentación, que tendremos días buenos y malos, pero que al final no existe la perfección sino el deseo de superación y cambio.
Además, es de suma importancia saber que este proceso es como aprender a andar en bici: me caigo, me sacudo, ¡me levanto y sigo adelante!
Con esto no quiero decir que no debemos comer sanamente o hacer ejercicio, sino que no debemos hacerlo para alcanzar los estereotipos de belleza, mejor hacerlo para nosotras mismas y entendiendo que la comida implica un aspecto psicológico que es importante tratar a la par de fortalecer nuestra autoestima y trabajar en nuestras creencias acerca de la alimentación.
No te compares, no te castigues, trátate como a un niño pequeño al que le estas enseñando a caminar, entendiendo que aceptar tu cuerpo no significa que debes resignarte, sino trabajar en él desde el amor y no desde el rechazo.
Es por esto que hablar de humanizar la nutrición es comprender que no somos robots, somos seres humanos con emociones, sentimientos y vivencias de por medio.