6 señales de violencia

6 señales para detectar y alejarse de la violencia hacia la mujer

Elena Vázquez

marzo 7, 2023

Años después de haber vivido una experiencia de violencia en mi propia familia, a veces recuerdo y reflexiono sobre las cosas que  ahora pienso son la trampa mortal de la violencia doméstica hacia las mujeres. Hablo desde mi propia experiencia, como alguien que vivió violencia doméstica y que, ahora, trata de reconocer y alejarse de aquello que es nocivo.

Una de las lecciones fundamentales con la que nos forman al crecer es que vale la pena algo de sufrimiento por un bien mayor –desvelarse para tener buenas calificaciones, sacrificar diversión por el aprendizaje, dolor y cansancio por mejorar en un deporte…–  y un día, en el fondo de tu ser te dices a ti misma ¿qué es un poco de dolor por algo que importa más? Primero la familia, la estabilidad, la compañía, “No pain no gain”. Pero, ¿dónde se tuercen las cosas? Estas son las seis cosas que más recuerdo:

“Me hiciste enojar”. Con éstas u otras palabras similares aprendí que quien ejerce la violencia a menudo tiene problemas de control de ira, sin embargo, trata de convencer al otro que tiene la culpa por provocar su enojo y, por tanto, es la causa de la agresión. 

El enojo es una emoción que le pertenece a quien la vive, nadie “te hace enojar”. El enojo puede ser una reacción válida, pero es mía, si alguien me roba algo, la acción, tan condenable como sea, le pertenece a esa persona, pero el enojo o la tristeza es sólo mío. 

“Así comenzaban los gritos”

1

La mujer rencorosa. Mi padre apelaba y adulaba a mi madre para que mostrara su buena naturaleza, pidiendo dejar a un lado el rencor, olvidar las agresiones y si no era así, le reprochaba provocar los males de la familia. Incluso contarle a alguien lo tomaba como una muestra de rencor hacia él “si me perdonaras no estarías contándole a tus parientes”. 

“Con esto comenzó el silencio”

2

La separación de la familia y los amigos. Casi todos los casos de violencia doméstica contra una mujer implican aislamiento; bajo cualquier pretexto o enojándose, mi padre evitaba que mi madre tuviera amigas o viera a su familia, incluso nos llegamos a mudar de ciudad porque los “parientes” no eran bien recibidos en mi casa. Entre más sola, más vulnerable te vuelves, no tienes redes de apoyo y tampoco te queda tan claro si estás viendo visiones cuando hay algo mal o es tu imaginación. 

Nadie cuenta que se pelea con su marido a menos que tenga cierta confianza, así que no hay nadie que sepa qué está pasando, lo que hace más sencillo convencernos de que es una situación común. 

“Con esto nadie intervino”

3

El peso de la familia. Sin duda tuvo una parte importante, después de que las infidelidades y las agresiones crecieran, mi mamá decidió dejar a  mi papá. Aquí llegó la parte más difícil: la recriminación constante, por su culpa se rompería la familia, sería ella y sólo ella la causante del sufrimiento de los niños, de la dificultad para pagar la escuela, de los problemas económicos que vendrían, de que los niños tuvieran que elegir con quién irse y asegurar de que sería con el papá, porque era ella y sólo ella era quien había causado esta ruptura. 

“Con esto comenzó el chantaje y la culpa”

4

Dividir en buenos y malos ahorra la confusión. Las piezas que arman la violencia familiar son muchas, parece un juego simple desde afuera cuando hay un feminicida o un golpeador declarado y una clara víctima, pero mientras el cuadro se muestra, los matices y vaivenes nos impiden ver que no hay solución, que no es temporal, que no se va a arreglar.  Un padre amoroso con sus hijos, tratando de complacer a su esposa, una encantadora persona, puede también ser un agresor, no todos los golpes son físicos y hay algunos que te dejan sin vida ¡sin necesidad de tocarte un pelo!

En mi caso, cuando llegó la separación, los amigos se dividieron, algunos trataban de convencer a mi mamá de lo bueno que era mi papá y en el fondo mi mamá pensaba lo bueno que podía ser, lo mucho que quería a sus hijos, lo cariñoso que era en algunas ocasiones. 

Este proceso que menciono en este quinto punto es el más largo, porque los matices son los que te confunden en la violencia doméstica, sobre todo cuando no existe la “claridad” del golpeador.

“Con esto comenzó el verdadero dolor”

5

El estereotipo de sumisión. En mi historia falta mencionar una pieza, la del transtorno borderline o transtorno límite de la personalidad de mi mamá, a muchas víctimas se les quita lo feroz de su personalidad para no confundir a los espectadores, a mi mamá no. Los ministerios públicos ven que no hay agresor si la señora, en respuesta a los gritos, abatía el sartén (si es doble teflón se toma como arma blanca). Aquí entre nosotros, la prueba del suplicio que según mi papá vivía con mi mamá fue evidente para el ministerio público por los gritos que le lanzó mi mamá al licenciado de la delegación que cometió el error de decirle que la veía alterada.

Netflix lanzó en su plataforma un documental titulado “Killer Sally” (advierto spoilers) en el que la fisicoculturista Sally McNeil mata a su abusador y súper musculoso esposo Ray McNeil. Sally cargaba con el peso económico de la pareja y los hijos de ella, su fuente principal de ingreso era el personaje de “Killer Sally” una musculosa mujer que cobraba una tarifa a los hombres que tenían la fantasía de ser sometidos por la exmarine, una entrada adicional era la posibilidad de comprar los videos de estas escenificaciones, mismos que fueron presentados ante el tribunal como parte de la evidencia. 

A lo largo de los capítulos, ver la personalidad violenta de la acusada me dejó totalmente confundida, ahora no sabría decir si es inocente o culpable, y más allá, si la sentencia (por lo menos a mi parecer) podía haber cobrado mejor justicia de haber sido más corta. ¿Así comienza la injusticia? 

A las víctimas casi siempre se les trata con el suficiente respeto como para no exponer su lado oscuro, pero en muchas ocasiones termina mostrándose y, al final, ambas partes parecen tener sus razones para querer gritar y amenazarse, por lo menos en sus mentes y en la de quien aplica la justicia en un entorno de misoginia institucionalizada. Tristemente, cuando se llega a un feminicidio las cosas son más evidentes y nos vamos al blanco y negro, pero ya es muy tarde. 

“Aquí comienza la doble victimización”

6

A quienes vienen de un entorno familiar violento o padecen algún trastorno les resulta más difícil balancear las emociones y definir estos complicadísimos rompecabezas.

La ira, el silencio, el aislamiento, el chantaje y la culpa son el ambiente de cultivo que desencadena la violencia doméstica de género. A todo esto, añado, la injusticia de evaluar a una víctima que ha sacado garras, dientes y sartenes de manera evidente para mostrar que no es indefensa, pareciera que ser víctima tiene que estar condicionado al total estado de vulnerabilidad, a tener una vida moralmente no cuestionable o a gozar de plena sanidad mental.


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